miércoles, 22 de abril de 2009

Sexo y no género

Sin duda la frase Violencia de Género es una de las más ambiguas que se han acuñado en la “ex - tensa” Legislación Española.
La pasada semana fue noticia el asesinato de un hombre por otro hombre, el cual acto seguido se suicidó. En este mundo de catástrofes continuas y de situaciones como la descrita, que se presentan todos los días en los medios de comunicación, es fácil preguntar cuál es la peculiaridad de esa muerte.
Sencilla, y complicadamente, que entre ellos había habido un vínculo civil permitido por la “ex - tensa” Legislación Española.
En el lenguaje de hoy, me niego a llamarlo común, la palabra Género se refiere a que lo identifiquemos con sexo femenino, que ya es triste y despreciativo para la mujer…recordemos que una de las acepciones del diccionario sobre género equivale a mercancía, pero la frase completa Violencia de Género ni siquiera se refiere a violencia contra el sexo femenino, sino la que se produce por la pareja masculina (novio, compañero, marido, amante…) contra la mujer, pero resulta increíble que no se defina como tal la que produce una mujer contra su novio, compañero, marido o amante, y por supuesto la que, lejos de términos civiles sin duda cuestionables en otro momento, se produce de una mujer contra otra mujer o un hombre contra otro hombre, que entre ellos se consideran compañeros, novios o amantes. La Violencia de Género es un problema mal planteado desde el léxico y por tanto con muy mala solución.
Sin entrar en discutir las causas, efectos y manifestaciones de la Violencia Doméstica contra, y no sobre, las mujeres, respecto la que ni siquiera dan ganas de escribir, pues me merece todo el desprecio que un ser humano puede sentir por otro, moral y afectivamente, si es necesario realizar algunas precisiones sobre la mala utilización del lenguaje, mala utilización que no se ha realizado por azar o por lógica semántica.
Estas disfunciones léxicas tienen una gran trascendencia moral y política, esa mala utilización es simple y llanamente ideológica, propia del falso respeto del pensamiento progresista que impera, que ni siquiera es capaz de mencionar como castigable la ablación del clítoris sino que habla de mutilación genital como si el clítoris fuese un órgano genital reproductor, cuando es un órgano de placer femenino que no tiene nada que ver con la reproducción, y todo por no “ofender” a creencias como la musulmana que utilizan su ablación como un rasgo étnico. Esa confusión de términos es un claro caso de sexismo, desde el momento que se desprecia la especificidad del cuerpo femenino, y que es lo que hace particularmente degradante la práctica de la ablación.
Por tanto el pensamiento progresista veta la utilización de las palabras sexo femenino cuando lo sustituye por la palabra Género, utiliza solo la palabra sexo para referirse al lado placentero de la sexualidad pero se convierte en algo irrelevante precisamente cuando se trata de referirse a la especificidad de la mujer y procura eliminarlo del lenguaje cuando se refiere a ella para poder defenderla y dignificarla como ser humano.
Se quiere vender que lo políticamente correcto, lo progresista es distinguir entre género masculino y femenino, pero hay que recordar que el idioma español es claro en esto, las cosas tienen género, las personas tenemos sexo, por tanto con esa aceptación de Género por Sexo se está tratando de imponer y transformar el sexo de los humanos como género, de esta forma se cosifican y se hacen más manipulables y del mismo modo se hace despreciativa la honrosa condición de la mujer o el hombre como ser humano.
Pero sin duda alguna esta alteración del lenguaje tiene no sólo este carácter moralmente cuestionable, sino que políticamente los colectivos (o quizás parafraseando a alguna ministra habría que decir colectivas) de mujeres progresistas quieren tener más poder y disfrutar de subvenciones públicas, para lo cual necesitan alterar los significados inalterables de la lengua española.
El poder de este feminismo recalcitrante, que de manera muy especial sufren todavía con más acoso de sentirse en minoría dentro del sexo femenino las mujeres que no aceptan esas acepciones de lo políticamente correcto, se intenta reforzar cuando se atribuye la potestad cuasi divina, irrefutable de acusación de sexismo o machismo, acusación contra la que no vale ninguna prueba. Este feminismo es el que así mismo se denomina progresista y está controlado en España por lo medios de comunicación con pensamiento progresista dominante, medios que me niego a afirmar que dependen del Gobierno, no, éste sencillamente hace más por ellos, los mantiene con el dinero de todos.
Se han creado institutos de la mujer, observatorios sobre violencia de género, asociaciones de mujeres, bruma administrativa exclusivamente regida por mujeres y que recibe una buena porción de los dineros de todos, y que fomentan una “discriminación positiva” (que ya tiene gracia la frasecita) a favor de la mujer que es doblemente negativa para ellas, primero por humillante y segundo por retrograda y tardía. La mujer actual, con la que el hombre convive no necesita ningún privilegio paternalista, se halla capacitada, sin duda, para llegar por sí misma a todos los puestos y profesiones.
Es paradójico y a veces difícil de entender que no se reconozca así por todos, mujeres y hombres, hombres y mujeres. Pero las actitudes feministas belicosas, la utilización de género por sexo, el proteccionismo exacerbado llevan a que se consiga lo que precisamente se trata de evitar.
Eduardo Serrano

2 comentarios:

una mujer dijo...

Explicación convincente para lo que sirve ser progre, la mejor manera de defender a una mujer por serlo

otra mujer dijo...

Lo que me parece lamentable, es el propio artículo. Señores, ocupense de lo realmente trascendente, y dejen estos temas para los académicos.

Con todos mis respetos, carente de interés.