miércoles, 28 de enero de 2009

De la ceja a la teja

Un alcalde nervioso es un alcalde que oye lo que no quiere oír. Un alcalde nervioso y sordo escucha acusaciones de las que le duelen especialmente. Y así, cuando el concejal de la oposición le reprocha su intención de masacrar otro parque, esta vez Las Presillas es la víctima y el botín, para construir una "residencia de creadores" y dar gusto al “sindicato de la ceja”; el alcalde marrullero entiende “sindicato de la teja” y el gesto se le descompone y la ira vuelve arrebatarlo.
Los años no pasan en balde, los sentidos se resienten, pero la furia viene siendo más o menos la misma. Y se le dispara la mano y pide la palabra. Y con la palabra en la mano se pone la venda, excusatio non petita, para decir que a él nadie le asocia con el sindicato de la teja.
De manera que, sin proponérselo, consigue que a la mente de todos acuda, como un alud que es un derrumbe de ladrillos, el ladrillazo de la izquierda madrileña, marxismo ladrillismo, Pinto, Ciempozuelos...
Y es entonces el estupor en el careto de propios y extraños: “¡Ceja, alcalde, ceja!”
Pero a ver quién es el guapo que lo arregla ahora, accusatio manifesta, con este alcalde que vocifera siempre más de lo debido, que se pasa de frenada, que no se contiene.
Y, claro, a ver quién lo arregla ahora.