Estepona es una bella localidad de la costa malagueña en la que el alcalde del PSOE y medio gobierno socialista han sido detenidos por corrupción. Antonio Barrientos, alcalde socialista, gobernaba con el apoyo del Partido de Estepona (PES), es decir, los restos del antiguo GIL. Y ese Gobierno municipal, como ocurrió en Marbella, está hasta las cejas enfangada en corrupción urbanística. Con algunas variantes. En Estepona los corruptos se financiaban por dos vías, a través del arquitecto municipal y del Gabinete de Alcaldía, es decir que no había un Roca que lo dominara todo sino que el alcalde compartía chanchullos con un funcionario de alto nivel. Por otro lado, en este caso no hay una bella Corulla conseguidora de favores. En Estepona hay una coordinadora de Urbanismo llamada Patricia Rojo, la mismísima hija del presidente del Senado. ¿Conocía Javier Rojo las idas venidas de su niña? Pues lo mismo que conocía Chaves las idas y venidas del alcalde Barrientos. Aunque, eso sí, los dos se han puesto de perfil mientras escuchamos eso de la tolerancia cero con los corruptos.
Desvergüenza sobre desvergüenza. Porque a nadie le extraña, a estas alturas, ver juntas las palabras corrupción y PSOE. Y menos en Andalucía.
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